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Miguel Ángel Malpartida / El Rincón del Diablo - poesía

 

De niños, aviadores y de muerte

 

El Nose Art (Arte de nariz) está asociado, desde sus inicios, con la guerra moderna: surgió hacia 1913 y consistía en la decoración del fuselaje de los aviones con motivos generalmente femeninos. Según los entendidos, estas pinturas inyectaban moral y esperanza, un aliento de vida en aquellos combatientes que quizás no volverían a tocar tierra. Este arte, todavía incipiente durante la Primera gran Guerra, cae en el olvido durante las dos décadas siguientes; sin embargo, reaparece en plena Segunda Guerra Mundial, de la mano de pintores profesionales, que se dedicaban a plasmar en los aviones bellas formas femeninas, como antiguamente se decoraban los bajeles de los barcos que zarpaban hacia los mares inconmensurables.

El concepto del Nose Art es trabajado con acierto por el poeta Miguel Ángel Malpartida (Lima, 1983) en los versos que componen su segundo libro, Arte de nariz (Lima, Mesa Redonda editores, 2007). Sobre el autor, hay que decir que se trata de un joven pero experimentado escritor, dueño de una técnica poética que quedó plenamente demostrado en su primer libro, Galería (Lima, 2001). Allí, al igual que en Arte de nariz, el autor toma elementos del arte pictórico como pretexto para construir un universo poético hecho de imágenes y color, pero también de ritmos y sonidos diversos que convierten Malpartida en un explorador de las posibilidades que ofrece la Pintura cuando se la vincula con la Poesía.

Como en Galería, un primer rasgo importante en Arte de nariz, es la intención de no juntar simplemente poemas escritos en tardes de café o en soledades nostálgicas, sino de componer un auténtico poemario, cuyas ramificaciones alcancen a todos los textos sin excepción. De esta forma, cada poema de cada una de las tres partes del libro ("Modelismo", "Daguerrotipo" y "Lanzallamas") establece con los otros poemas vasos comunicantes que interpelan al lector, que lo fuerzan a construir, en su proceso de lectura, una visión integral de lo que el volumen en su conjunto propone.

Hay dos líneas de lectura indispensables en Arte de nariz: En primer lugar, la idea (ya señalada) de los aviadores que, en tiempos de guerra, arriesgan su vida montados en aviones pintados con formas de mujer: Eros y Tánatos reunidos en la imagen de hombres que aman y de máquinas diseñadas para la muerte. Las dos primeras secciones corresponden a esta primera línea de lectura. En especial la primera sección, "Modelismo", posee múltiples referencias a la Segunda Guerra Mundial y al acto de inmolación de los pilotos involucrados: "Una de las chicas Vargas, encaramada en una bomba, / firmada de tarde para Berlín, será mi paraíso; / y sólo las estrellas precisas escucharán el miedo que sacude la nave, las luces en tierra / de mar, arrastrándome hacia la noche..." ("Arte de nariz"). O estos versos aun más explícitos, de "Normandía": "El soldado azul Prusia cayó del cielo / y respiró profundo. // Era el gran día / y no llevaba más que / lápices de color en las manos."

            Este último poema citado, grafica además que la imagen del aviador que se pergeña en este libro no es sólo la de un guerrero de los cielos; este aventurero también es un artista, un pintor (o un poeta) que sobrevuela las ciudades enemigas en su temible C47, "...y que en lo mejor del combate / (para alargar la metáfora y terminarla) / se sacude paracaidistas, como flores de tela, que arroja por su noble cola".

La segunda línea de lectura de este poemario tiene que ver con el retorno a la infancia. Sacudido de la guerra y de sus modos destructivos, la última sección de Arte de nariz ("Lanzallamas") es un reconocimiento logrado a las relaciones familiares, a ese espacio íntimo de la protección y la ternura. Da la impresión que el yo poético (el aviador-artista) apela, en momentos de necesidad, a la visión infantil como a un recurso que le permite volver del espacio de los aviones a la tierra de los afectos personales. En "Lanzallamas", una de las características formales más importantes es el empleo recurrente de la primera persona del plural (en las secciones anteriores predomina la primera persona en singular). Es como si en varios poemas, el yo-aviador se transformara en un nosotros-familia, como si por instantes la propia individualidad se convirtiera (frente a la devastación de la guerra) en una voz colectiva donde las diferencias personales se disuelven y prevalece el bienestar común: "un columpio / nos entrega cada vez // sonreídos //  gozosos // derruidos // traídos / despojos"

Esta última sección de Arte de nariz, parece mostrar que el mundo infantil (o su recuerdo) es ese territorio privilegiado donde se resuelven las diferencias. En la infancia, Eros y Tánatos pueden finalmente encontrarse, establecer ese difícil punto de equilibrio donde confluyan lo mejor y lo peor del ser humano: "A mi paso / los seres danzan, / se retuercen / retornan su furia / en cansadas posiciones // como flores de alambre y papel".

 

                                                                                                                          Selenco Vega  

     

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